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domingo, 19 de agosto de 2012

Dilma Rousseff pulsea con funcionarios públicos

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Dilma Rousseff pulsea con funcionarios públicos

Año 5. Edición número 222. Domingo 19 de agosto de 2012
Huelgas en Brasil.
La presidenta Dilma Rousseff mide fuerzas con los funcionarios públicos federales, quienes intentan torcerle el brazo y llevarla a firmar un fuerte aumento salarial. Por el contrario, la mandataria no quiere abrir el grifo presupuestario, en el marco de las restricciones que genera la crisis internacional, y concede subas parciales a salarios bajos. Para presionar al gobierno, la Condsef (Confederación Nacional de Trabajadores del Servicio Público Federal) está llevando una ola de huelgas que podrían extenderse hasta fin de mes, ya que el 31 de agosto vence el plazo para incorporar los ajustes en el proyecto de presupuesto 2013. Durante la semana pasada se intensificó la paralización de actividades de funcionarios públicos de más de 20 ministerios y organismos nacionales, incluida la Policía Federal. De esta manera, se suman en forma gradual a las medidas que llevan, desde hace tres meses, los profesores universitarios para exigir aumentos y homologación salarial en cada sector. Las actividades concluyeron en una masiva movilización a Brasilia, sede del gobierno nacional, donde en la misma explanada, miles de empleados de diversos sectores de la administración pública en huelga, demandaron a Dilma Rousseff para que se siente a negociar las alzas salariales que demandan. La Condsef afirmó que la huelga tiene una adhesión de 370 mil de los 500 mil empleados públicos; número sobrevaluado, según el gobierno federal, que sostiene que no llega a 80 mil. Lo cierto es que el escenario de huelgas afecta a toda la administración federal y se transforma en el principal enfrentamiento entre trabajadores y el gobierno en la era petista. Con pulso firme, la presidenta Dilma Rousseff trata de no doblegarse ante las presiones sindicales, frente a las restricciones externas que tiene el país. “Estamos enfrentando una crisis en el mundo, y Brasil sabe –porque tiene los dos pies en el suelo– que puede y va a enfrentar la crisis y superarla, para garantizar el trabajo a todos los brasileños”, afirmó la mandataria. Aunque dispuso abrir el juego para aumentos a los sectores de menores salarios, “mi gobierno asegurará los puestos de trabajo para esta parte de la población que es más frágil y no tiene estabilidad, y que sufre a causa del empleo con demasiada frecuencia”, agregó la mandataria brasileña. En tal sentido, la presidenta Rousseff tuvo una reunión con Miriam Belchior (ministra responsable del Presupuesto), junto a la Jefa de la Casa Civil, Gleise Hoffman y el ministro de Justicia, José Eduardo Martins Cardozo, además del Abogado General de la Unión, Luis Inácio Adams; para resolver los plazos y montos que dispondrá el Ejecutivo Federal para conceder ajustes en el Presupuesto 2013. De este encuentro, salió la orden de dar aumentos sólo a grupos que se encuentran en los rangos salariales más bajos y que están hace muchos años sin ajuste. A su vez, Dilma Rousseff acudió a la Justicia para exigir el regreso de los empleados a sus puestos de trabajo o a reemplazar a algunos de ellos con funcionarios municipales. La estrategia política de la presidente Rousseff provocó la unión de las principales centrales sindicales (CTB, CUT, Força Sindical, Nova Central y UGT) que convergieron en el apoyo de las huelgas, a través de un documento conjunto, y acompañan las demandas, que son tan diversas como los propios sectores en paro y que llegan a exigencias de alzas salariales en torno a 45%, niveles muy lejanos a los que el gobierno brasileño esta dispuesto a ceder y parece marcar un cambio en la relación negociadora que tenía el petismo hasta el momento.
*Politólogo UBA/UNSAM

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OTRAS NOTAS

  • Las tensiones que vive el gobierno de Dilma Rousseff, abren un interrogante sobre los nuevos lineamientos que tomará la gestión. Desde la derrota parlamentaria por el Código Forestal a la salida de Antonio Palocci, la mandataria brasileña redefine sus relaciones con aliados y oposición. Estos nuevos acuerdos perfilan un juego político distinto, que van más allá de un estilo propio diferente a su antecesor. Este diálogo con la oposición abre críticas por parte de aliados, algo que la presidenta intenta contrarrestar con políticas desarrollistas.
  • Los trabajadores brasileños –de la industria pesada, los servicios, el sector público y la agricultura– están protagonizando una serie de huelgas y protestas masivas nunca vistas en el país desde hace décadas. Los factores que subyacen al empuje del movimiento obrero son: la potencia económica del país, la influencia de los sindicatos en la sociedad y el aumento de la inflación. En 2007 y 2008, la economía brasileña creció a un ritmo del 5 % anual y aunque en plena crisis en 2009 se contrajo un 0,02 %, en 2010 volvió a crecer un 10 %.
  • A Dilma Rousseff pareciera no darle descanso el vendaval de bajas en el gabinete. A las dimisiones de los ministros, se les suman las presiones políticas, especialmente de los militares, que provocaron un desgaste de su gobierno. Si bien el rápido accionar de la mandataria, que viene reemplazando a cada funcionario sospechado de corrupción, parecía darle un retrato de cierta firmeza, no pudo evitar que los cambios afectasen su imagen.
  • En Brasil, mientras la recientemente creada Comisión de la Verdad y la Memoria se apresta a abrir la caja de Pandora que dejó la dictadura militar en ese país, la presidenta Dilma Rousseff le hace un guiño a las fuerzas armadas para descomprimir las tensiones que su creación provocó. Con promesas de asignarles un rol importante en el impulso industrial o el incremento presupuestario y la renovación de armamento, la mandataria brasileña busca tender un puente con los militares.
  • La infalible sentencia hegeliana “la historia se repite dos veces”, ampliada por Marx con “una vez como tragedia y otra como farsa”, pareciese cumplirse con rigor en la política brasileña.
  • Si el carisma y la aceptación masiva de un dirigente político tuviesen carácter tran­sitivo, el mejor ejemplo lo estaría dando por estos días la candidata presidencial brasileña por el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff.

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