Nuevas caras, mismos dilemas para la presidenta brasileña
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La renuncia de Antonio Palocci rebalancea la relación de poder porque saca al exponente del lulismo en el gabinete y condiciona a Dilma Rousseff a negociar con su vicepresidente.
La infalible sentencia hegeliana “la historia se repite dos veces”, ampliada por Marx con “una vez como tragedia y otra como farsa”, pareciese cumplirse con rigor en la política brasileña. Así como en el mandato de Luiz Ignacio Lula Da Silva, Dilma Rousseff asumió la jefatura de la Casa Civil en 2005, tras la renuncia de José Dirceu –acusado de propiciar el pago de mensualidades en el Parlamento para garantizar votos al gobierno; hoy es ella quien releva a su mano derecha, Antonio Palocci, acusado de enriquecimiento ilícito, y coloca a una mujer a cargo de esta conducción estratégica, la ahora ex senadora Gleisi Hoffman. En la ceremonia de asunción, la presidenta Dilma Rousseff manifestó: “Un amigo deja el gobierno y una amiga asume su lugar”, agregando que para ella era un momento muy triste la salida de Palocci, a quien le agradeció su labor e inmediatamente encomendó a la flamante Jefa de la Casa Civil prepararse: “Porque los compromisos son osados”, enfatizó la mandataria.
Pero el apotegma hegeliano-marxista no es mero aforismo, sino un llamado a analizar las causas estructurales que provocan la repetición de los hechos. En este caso, Palocci es la punta de iceberg de una disputa de poder, donde un aliado reclama más espacios, el Pmdb (Partido del Movimiento Democrático Brasileño). De hecho, la renuncia se produjo un día después de que el procurador general de la República de Brasil, Roberto Gurgel, decidiera archivar las peticiones de la oposición, por no encontrar indicios de delito. Sin embargo, el ministro sostuvo que si bien el dictamen “confirma la legalidad y la rectitud” de sus actividades profesionales, decide alejarse para no perjudicar al gobierno. Y es que este movimiento rebalancea la relación de poder, porque saca al mayor exponente del lulismo en el gabinete y condiciona a Dilma Rousseff a negociar con su vice-presidente, Michael Temer, un nuevo rol en su armado político.
El reclamo de espacios comenzó cinco días después de la asunción de Rousseff, donde el Pmdb ratificó su reclamo por mayor participación en la estructura gubernamental. El debate por el Código Forestal reavivó este desacuerdo y mostró la fragilidad de la alianza al permitir que el diputado Méndez Ribeiro (de Río Grande do Sul, tierra de Dilma) articule el descontento de la bancada del Pmdb que se siente discriminada por el PT en el Planalto, que considera que no se le conceden espacios en los nombramientos de 2ª y 3ª línea administrativa. Producida la dimisión de Palocci, Michael Temer se reunió con la gobernadora de Maranhao, Reseana Sarney, y el presidente del Senado, José Sarney, junto con los ministros que participan del gobierno; un cónclave pemedebista que fue presentado como una “reunión social”, que tuvo como debate de sobremesa el futuro del gobierno y del Pmdb.
el factor temer. Ahora, diferentes partidos aliados le aconsejan a Dilma Rousseff incorporar al vicepresidente al núcleo de decisiones del Ejecutivo federal brasileño. De hecho, un gesto hacia el Pmdb fue la designación como jefe del bloque oficialista del diputado Jorge Alberto Portanova Mendes Ribeiro Filho, también de Río Grande Do Sul. Aunque esta decisión abre un conflicto con el PT, especialmente con el senador José Pimentel de Ceará, quien pretendía ocupar ese rol. Además, el partido oficial también tenía reclamos sobre Palocci, que sumaba el descontento de legisladores petistas por no concretar unos 104 nombramientos que les había prometido. A su vez, le deja un sabor amargo al ex presidente Lula, quien le había pedido a Dilma que sostuviera al ahora ex jefe de la Casa Civil.
Paradójicamente, cuando la oposición se desgranaba con rupturas y alejamientos, ahora se fortalece. Inmediatamente a la renuncia de Palacci, el diputado Rubens Bueno, del opositor Partido Popular Socialista (PPS), sostuvo: “Puede haber dejado el gobierno, pero el delito permanece” por lo que anunció que pedirá al Ministerio Público que continúe las investigaciones, pese a que el Gobierno de Dilma Rousseff considera el asunto como “concluido”. En tanto, el senador Aecio Neves, uno de los líderes del Psdb (Partido de la Social Democracia Brasileña), consideró que si bien las investigaciones en torno de Palocci deben continuar en el ámbito judicial, el caso sale de la agenda política y sostuvo que: “Obviamente, una vez que ha renunciado será preciso que la oposición revise su estrategia”, contrapeso de un tablero político que en Brasil sigue cambiando y la nueva ministra tiene que enfrentar los mismos problemas.
La renuncia de Antonio Palocci rebalancea la relación de poder porque saca al exponente del lulismo en el gabinete y condiciona a Dilma Rousseff a negociar con su vicepresidente.
Pero el apotegma hegeliano-marxista no es mero aforismo, sino un llamado a analizar las causas estructurales que provocan la repetición de los hechos. En este caso, Palocci es la punta de iceberg de una disputa de poder, donde un aliado reclama más espacios, el Pmdb (Partido del Movimiento Democrático Brasileño). De hecho, la renuncia se produjo un día después de que el procurador general de la República de Brasil, Roberto Gurgel, decidiera archivar las peticiones de la oposición, por no encontrar indicios de delito. Sin embargo, el ministro sostuvo que si bien el dictamen “confirma la legalidad y la rectitud” de sus actividades profesionales, decide alejarse para no perjudicar al gobierno. Y es que este movimiento rebalancea la relación de poder, porque saca al mayor exponente del lulismo en el gabinete y condiciona a Dilma Rousseff a negociar con su vice-presidente, Michael Temer, un nuevo rol en su armado político.
El reclamo de espacios comenzó cinco días después de la asunción de Rousseff, donde el Pmdb ratificó su reclamo por mayor participación en la estructura gubernamental. El debate por el Código Forestal reavivó este desacuerdo y mostró la fragilidad de la alianza al permitir que el diputado Méndez Ribeiro (de Río Grande do Sul, tierra de Dilma) articule el descontento de la bancada del Pmdb que se siente discriminada por el PT en el Planalto, que considera que no se le conceden espacios en los nombramientos de 2ª y 3ª línea administrativa. Producida la dimisión de Palocci, Michael Temer se reunió con la gobernadora de Maranhao, Reseana Sarney, y el presidente del Senado, José Sarney, junto con los ministros que participan del gobierno; un cónclave pemedebista que fue presentado como una “reunión social”, que tuvo como debate de sobremesa el futuro del gobierno y del Pmdb.
el factor temer. Ahora, diferentes partidos aliados le aconsejan a Dilma Rousseff incorporar al vicepresidente al núcleo de decisiones del Ejecutivo federal brasileño. De hecho, un gesto hacia el Pmdb fue la designación como jefe del bloque oficialista del diputado Jorge Alberto Portanova Mendes Ribeiro Filho, también de Río Grande Do Sul. Aunque esta decisión abre un conflicto con el PT, especialmente con el senador José Pimentel de Ceará, quien pretendía ocupar ese rol. Además, el partido oficial también tenía reclamos sobre Palocci, que sumaba el descontento de legisladores petistas por no concretar unos 104 nombramientos que les había prometido. A su vez, le deja un sabor amargo al ex presidente Lula, quien le había pedido a Dilma que sostuviera al ahora ex jefe de la Casa Civil.
Paradójicamente, cuando la oposición se desgranaba con rupturas y alejamientos, ahora se fortalece. Inmediatamente a la renuncia de Palacci, el diputado Rubens Bueno, del opositor Partido Popular Socialista (PPS), sostuvo: “Puede haber dejado el gobierno, pero el delito permanece” por lo que anunció que pedirá al Ministerio Público que continúe las investigaciones, pese a que el Gobierno de Dilma Rousseff considera el asunto como “concluido”. En tanto, el senador Aecio Neves, uno de los líderes del Psdb (Partido de la Social Democracia Brasileña), consideró que si bien las investigaciones en torno de Palocci deben continuar en el ámbito judicial, el caso sale de la agenda política y sostuvo que: “Obviamente, una vez que ha renunciado será preciso que la oposición revise su estrategia”, contrapeso de un tablero político que en Brasil sigue cambiando y la nueva ministra tiene que enfrentar los mismos problemas.
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