
Los policías no quieren sambar con Dilma
Año 5. Edición número 195. Domingo 12 de febrero de 2012
internacional@miradasalsur.com
Huelga. La policía militar de Río de Janeiro se sumó a la protesta.
Las
principales ciudades carnavalescas de Brasil pueden quedarse sin
fiesta por la crisis de seguridad pública que desató el amotinamiento de
miembros de la Policía Militar de Bahía por reclamos salariales y
condiciones laborales. Tras nueve días, la desprotección de las calles
duplicó la tasa de homicidios de la región con 146 muertos. Decidida, la
presidenta Dilma Rousseff dispuso la intervención de las fuerzas
federales, que cercaron a los huelguistas en pleno centro del sistema
político local (la Asamblea Legislativa). Si bien se levantaron las
medidas, ahora se pliega Río de Janeiro a la huelga.
Comprender el trasfondo del conflicto implica tener presente que esta
centrado en una demanda constante que tiene sus raíces históricas. Las
Policías Militares se formaron durante la colonización portuguesa. En la
actualidad, responden a los gobernadores y a sus presupuestos
estaduales, y a quienes reclaman valorización de sus funciones, ya que
tienen capacidad tanto de seguridad pública como de defensa territorial,
siendo prácticamente un ejército.
Tal como señala el especialista en Seguridad Urbana, Eduardo Paes
Machado, en el conflicto gremial: “Hay un componente local: el momento
exacto en que acontece, las vísperas del Carnaval, y por la forma de
negociación de los dos lados. Pero el componente general es evidente: no
es la primera huelga policial, porque ya hubo tres en el Nordeste”. En
síntesis, el nudo central es la discusión sobre el propio modelo de la
Policía Militar, que hoy coexiste con las fuerzas de nivel federal y
las civiles de escala local.
Cabe destacar que la huelga de los policías militares en Bahía se da en
el bastión arrebatado por el oficialista PT al legendario gobernador
Antonio Carlos Magalhaes, reaccionario y conservador, expresión del
coronelismo brasileño, quien había intentado recuperar el rol de estas
fuerzas, desprestigiadas por sus vestigios dictatoriales, a partir de
importar el modelo neoyorkino de “tolerancia cero” a la delincuencia.
Este fue un punto de tensión entre las transformaciones del gobierno
progresista del petista Jaques Wagner, por lo que pareciera que las
reivindicaciones corporativas trascienden el aspecto gremial.
Consultado por Miradas al Sur, José Luiz Quadros Magalhaes, quien
es especialista en derecho constitucional y encargado de dictar cursos
sobre derechos humanos a cuerpos policiales, comentó que “aún es
temprano para dar conclusiones. El gobierno de Bahía venía recuperando
el salario de los policías pero en tanto que éstos hicieron una huelga
usando armas, esto es complicado. Existe un uso político contra el
gobierno de centroizquierda en Bahía que rompió con el coronelismo
histórico. Por eso, necesitamos reflexionar y observar un poco más el
caso”.
De hecho, durante el gobierno de los conservadores, cuando el presidente
Lula disputaba la presidencia en 2001, se desató una huelga policial.
En ese momento, como ex sindicalista defendió el derecho “también de
los policías” a parar, porque ahora lo tienen vedado
constitucionalmente. Durante la gestión de Wagner, se implementó un
programa que tuvo como objetivo implementar conceptos de gestión
participativa en la policía.
Al respecto, Cleise Delfino da Costa, actual subcomandante de la 46°
Compañía Independiente de la Policía Militar de Bahía, en una entrevista
con medios locales destacó como el mencionado programa marcó “una
democratización de la información. El policía ya no se sienta cortado al
hablar con su superior. Sabiendo que una es representante del
programa, él se siente muy a gusto en solicitar información u
orientación, o incluso contribuir”.
Ahora, el traslado del conflicto a Río de Janeiro coloca el centro de la
discusión en un proyecto de salario único para los agentes del país,
que sería una forma de dar sustento nacional a una fuerza que hoy
depende de las magras arcas estaduales.
Huelga de uniformados en Brasil.